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21,38 €Nota previa de Francisco RicoTraducción de Alicia Bleiberg
«La economÃa y la demografÃa preocupaban poquÃsimo a Runciman, los enfoques sociales le dejaban del todo frÃo, y no tenÃa paciencia ni dotes para el trabajo de archivo, que concedÃa a gentes de menos vuelo. [...] Pero, por otro lado, apenas nunca echaba mano de los recursos que suelen considerarse propios de "un historiador más bien anticuado", como se presentaba sin rubor. No se recreaba en los retratos de personas, no gustaba de aligerar el relato con una pizca de diálogo, no forzaba la mano en los trances dramáticos ni en los detalles pintorescos y excluÃa por entero la picante anécdota marginal y el "chisme" en sentido estricto. Por el contrario, la escritura de Runciman se distingue por la sobriedad, por la contención, casi diré que por la continencia. ¿De dónde, entonces, el favor de que gozó entre tantos lectores? [...]
Entre sus obras más afortunadas, es ejemplar al respecto Las VÃsperas Sicilianas. [...]
El libro cuenta también la caÃda de un imperio y una caÃda de Constantinopla, pero ambas imaginadas, no cumplidas: es el sueño de Carlos de Anjou, a impulsos del Papado, de construir un imperio en el Mediterráneo frente al Sacro Romano de los Hohenstaufen.»De la Nota previa de Francisco RicoEl 30 de marzo de 1282, cuando las campanas de Palermo llamaban a VÃsperas, los ciudadanos sicilianos, al grito de «Muerte a los franceses», masacraron a la guarnición y a la administración de su Rey angevino. Para lo que son las matanzas, no fue muy grande; la sublevación de los sicilianos sojuzgados durante largo tiempo pudo parecer simplemente un movimiento de resistencia más. Pero ocurrió en un momento crucial. Carlos, Rey de Sicilia, Jerusalén y Albania, Conde de Provenza, Forcalquier, Anjou y Maine, Regente de Acaya, Señor de Túnez, Senador de Roma, Gran Vicario de la Toscana, autoritario tÃo del Rey de Francia, protegido del Papa, estaba a punto de zarpar desde Sicilia para saquear Constantinopla, someter a su persona el Imperio Oriental y su Iglesia a la de Roma. Se habÃa convertido en el gobernante más poderoso de Europa; habrÃa sido el más grande desde el Imperio Romano. La rebelión de Sicilia le cambió el destino, y él asà lo vio: «Dios mÃo», le suplicó, «ya que ha sido tu voluntad arruinar mi fortuna, permÃteme al menos caer poco a poco». Y asà sucedió, lo mismo que con su reino; y al haberse comprometido con su causa el Papado, su caÃda significó el suicidio de la monarquÃa papal universal.Sir Steven Runciman sitúa el clÃmax en las VÃsperas, y nos lleva hasta ellas con un amplio movimiento narrativo que abarca todo el Mediterráneo del siglo XIII. La acción culmina con una conspiración urdida en Barcelona y Bizancio, con ramificaciones en Túnez, Jerusalén y Chipre, asà como en Inglaterra y Alemania. La sostenida fuerza narrativa de Runciman, ya conocida por los lectores de La caÃda de Constantinopla 1453, se vuelve a mostrar aquà con brillantez.Blog de Javier MarÃas:https://javiermariasblog.wor dpress.com/category/reino-de-redonda/