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9,88 €En las sociedades europeas actuales, si no prevalece absolutamente el desorden en modo alguno impera el orden. En la Europa estatista del Estado de Bienestar, aunque los regÃmenes polÃticos parezcan estables, no hay propiamente regÃmenes (régimen significa orden) sino situaciones polÃticas. Una situación polÃtica es una for ma transitoria, desorientada, de convivir polÃticamente, en la que es incierto qué va a pasar. Cuando las situaciones polÃticas son de larga duración, la confianza en el régimen, en el orden establecido, empieza a deteriorarse y debilitarse progresivamente a medida que aumenta la incertidumbre. Llegado un momento, la incertidumbre polÃtica puede devenir incertidumbre social. Pues la finalidad del orden polÃtico consiste, justamente, en dar seguridad paliando la incertidumbre colectiva sobre la vida, la propiedad, la justicia y la seguridad del grupo. Sin embargo, mientras la incertidumbre no rebase el plano puramente polÃtico, la situación no será grave, puesto que, en sà mismo, el orden polÃtico es un orden superficial. Se agrava cuando, trascendiendo el orden polÃtico, llega a perderse la confianza social. Y los actuales regÃmenes europeos no inspiran precisamente la confianza polÃtica: existe también una gran desconfianza social. No se trata ya de una mera situación polÃtica o de una situación socio-polÃtica, sino de una situación histórico-polÃtica dominada por la incertidumbre ante el porvenir. No es sólo que los hechos inspiren desconfianza sino que se desconfÃa abiertamente del futuro de las colectividades polÃticas. Lo que está en juego es el destino de Europa como sujeto de la polÃtica. La polÃtica domina todo. Todo se supedita a polÃtica y la politización destruye el êthos y la confianza en el seno de los pueblos europeos, siendo la causa principal del riesgo de que como civilización, Europa, reducida a su espacio geográfico, pudiera quedar al margen de la historia o devenir su objeto. Ya ha ocurrido con muchas civilizaciones, cuyo ocaso